lunes, 23 de febrero de 2009

Extraño

Hace un tiempo era un completo extraño. Un poco más alto que yo. Rubio, piel blanca y tersa, de ojos azul grisáceo. Me pareció notar tras su transparente sonrisa la nobleza de su alma. Note que algo en mi le llamó la atención. Decidí que conocerlo era una buena idea. Conocerlo para dejar de verlo como un extraño. Conocerlo para entender los secretos que llevan a un hombre a ser tan interesantemente despreocupado y responsable a la vez.

Empezamos a conversar, primero ocasionalmente, y luego esas ocasiones se hicieron más cotidianas conforme ese casi extraño empezaba a meterse en mis pensamientos.

La primera vez que tomo mi mano, una sensación de tranquilidad se apoderó de mi cuerpo. Como si esa mano extraña hubiese formado parte de mí todo el tiempo y al no estar antes, mi cuerpo supiese que estaba incompleto.

Pronto comenzamos a compartir ideas sobre la vida, recuerdos de la infancia, experiencias familiares, recetas de cocina, amistades y mas pronto de lo que me imagine empecé también a compartir mis sueños con él. Y así fue como aquél extraño, empezó a formar parte de mi vida. Tan sigilosamente, tan despacio, tan intenso y tan deseado.

En el sube y baja de la vida hay caminos llenos de sorpresas. Nunca sabemos lo que pasará a la vuelta de la esquina. Y él tuvo que irse. Extraño todo de él. Su voz, la compañía cálida, su sonrisa, sus manos acariciandome, el cuidado de sus palabras, la polémica en sus ideas, sus brazos sosteniéndome cerca de él y saber que aunque cargar el peso de la vida de por si es complicado, con él a mi lado hasta podía disfrutarlo.

Ahora aquél extraño es a quien más extraño.