domingo, 31 de mayo de 2009

Entre 4 paredes y 1 ventana

Entre cuatro paredes y una ventana

Platico con los libros y abrazo mi almohada

Entre el sol amarillo y la luna de plata

Buscando respuestas y encontrando nada


Despierto a un mundo que no conocía

Que al mismo tiempo es la historia de mi vida

Atrapada entre el deseo y las posibilidades

Luchando contra las marcas imborrables


Tomo asiento, en el lugar de costumbre

Desde ahí observo las risas y las penas ajenas

Y hasta mi lugar llega de vez en vez una carta

Arrebatando lo guardado por mi alma


Entre el suelo gris y el cielo azulado

Cruzando ríos negros de cuando en cuando

Las historias guardadas y la emoción colgada

Y una sonrisa asomándose en la esperanza

domingo, 24 de mayo de 2009

Inseguridades

No sé si a ustedes les pase, pero a mí me ha pasado seguido, creo más por el tipo de decisiones a las que me enfrento. La inseguridad me aborda, las dudas me invaden y no sé qué tan normal o anormal sea. Algunas veces, pocas palabras logran mover el suelo en el que creo estar parada. En algunas otras ocasiones un poco de presión hace que la incertidumbre llueva en mi pensamiento.

Dentro de mi ser, quisiera ver en un futuro mis sueños materializados. Por el momento, no lo sé, cuando miro hacia futuro una manada de preguntas nubla mi visión. 

miércoles, 20 de mayo de 2009

La historia de un calcetín


Curioso título, igual que la historia detrás de él. El año pasado estuve lavando ropa junto al hombre que aún se roba mis minutos. En una de las ocasiones echamos la ropa en su lavadora, y cuando íbamos a secarla, su secadora estaba ocupada, así que decidimos subir las escaleras y usar la secadora de mi apartamento. Cuando estaba guardando mi ropa, descubrí la ausencia de uno de mis calcetines, lo busqué por mi cuarto de lavado, el pasillo, y en la lavadora de aquél muchacho. La verdad lo di por perdido. Dos meses después me mude de casa y el regresó a su pais, y yo por extraña razón guarde el calcetín solitario.

La semana que pasó, durante mi primer viaje a aquél otro lado del mundo, lo primero que vi al llegar y dejar mi equipaje, fue mi calcetín perdido. Lo tomé y él me contó que esa mañana lo había encontrado en medio de su cuarto, así sin más ni más.

Es curioso cómo pasan las cosas, es curioso como hace 6 meses jamás creí que aquél calcetín perdido iba a ir a encontrarlo en el lugar que menos imaginaba, en un viaje que jamás pensé hacer. Ahora puedo usar de nuevo mi par de calcetines, curiosas las coincidencias de la vida.

jueves, 14 de mayo de 2009

¿Quién no quiere un final feliz?


El fin de semana que pasó ha quedado grabado en mi vida con letras de esperanza y confirmación. Empezó en un aeropuerto, como toda historia de amor a distancia, y al pasar de los días se fue pintando de matices de ternura, sorpresa y excitación. Viviendo esos momentos que nos llevan a recordar por qué seguimos juntos, con risas y paseos en bicicleta y con alguna que otra gotita de sal rodando por las mejillas.  

Entre pláticas, a veces seguimos encontrando huecos de incertidumbre, entre las nacionalidades distintas, entre los idiomas diferentes, entre los conflictos internos no resueltos respecto a la vida profesional. Seguimos encontrando esos motivos que mantienen nuestras mentes ocupadas buscando soluciones que sólo el tiempo puede traer.

Anteayer que venía en el avión de regreso a casa después de un viaje increíble encontraba un pasajero con una historia similar a la mía pero con un futuro menos prometedor. Diez horas en el avión, recordando, sonriendo, extrañando, y en la pantalla frente a mí, el final de una película, el héroe regresa a casa, donde unos brazos cálidos lo esperaban. Me encantan los finales felices, y aunque sé que la mayoría de “los finales son sólo el principio” de otra historia, en mi mente cruza un deseo; yo también quiero que mi próximo final, sea un final feliz.

lunes, 4 de mayo de 2009

Decir lo siento

¿Qué puedo decir? Mi curiosidad me llevó a una situación a la que no se debería entrar cuando se está comprometida. Él parecía estar de acuerdo con ello, pero ante mi comentario pude notar como la saliva se engrosaba al pasar por su garganta y su humor cambiaba a un tono pensativo y poco agradable. Supe que había cometido un error. Supe que era algo que no debía hacer de nuevo. Pero ya metida la pata, cómo proceder ante el asunto.

Decir lo siento, y esperar que algunas palabras sanen las heridas o las dudas sembradas. Decir lo siento y sentarme impotente en mi cama. Decir lo siento y dejar que el tiempo pase.