Desperté a las 8 de la noche, después de haber tomado unas pastillas para cólico. Prendí mi computadora la cual se conecta automáticamente a skype. Ahí estaba ella, conectada, la saludé y me marcó. Platicamos por casi dos horas, y entre que arreglamos nuestras diferencias estuvimos recordando escenas de hace algunos años.
Me gusta recordar, y me gusta mucho más hacerlo en compañía de personas que pueden recordar la misma historia que yo pero desde su propia perspectiva. Terminó la llamada y me dispuse a ver la siguiente película en mi lista de “películas por ver”. Esta en particular la había elegido porque leí sobre ella hace unos meses en uno de mis blogs favoritos. La trama me hizo pensar en lo importante que son los recuerdos de mi vida. Ser capaz de recordar todo lo que he pasado. Las malas experiencias y las buenas. No me gustaría jamás borrar ni un solo instante por amargo que fuera. Y por supuesto me da pánico pensar que podría heredar la enfermedad de mi bisabuela y olvidar todo lo demás, los bellos momentos, las lindas charlas, todas mis vacaciones en la playa y tantas cosas.
Y aquí estoy ahora, sentada en mi nueva cama, pensando y recordando, recuerdos que son tan importantes porque construyen partes de la persona que soy ahora. Como me dijo una vez ese chico interesante que conozco “Somos personas de historia… una suma de nuestra historia y memorias”