Incluso el cielo tiene días de estos.
Días en los cuales las nubes lo cubren todo, el sol no brilla, los pajarillos no cantan. Días húmedos que anuncian una tormenta.
Todo es parte de un balance.
Días en los que los ojos pesan, las ideas no fluyen libremente y la mente da vueltas alrededor de unas cuantas preguntas.
Si todos los días fueran soleados, ¿cómo podríamos disfrutarlos? Es por eso que los días grises estan ahi, para enseñarnos a valorar a los días soleados. Para dejar la lluvia caer, arrastrandolo todo a su paso, lavando y refrescando el alma.
Días grises en los que trato de encontrar un rinconcito donde poder hacerme bolita, y olvidarlo todo, y poder disfrutar el simple hecho de estar viva.