Recuerdo cuando era pequeñita. La vida era mucho más sencilla. Soñaba con crecer y no tener que ir a la escuela nunca jamás. Vivía contando los años que me faltaban para terminar el colegio. Al pasar del tiempo empecé a tener ciertas aspiraciones, objetivos que no pudieron ser fijos. Ideas que evolucionaron, al conocer personas clave y vivir experiencias de esas que marcan. Etapas en la vida que terminaron para dar camino a otras que empiezan. Gente que sigue llegando y se sigue yendo. Metas que cambian. Ser médico, ser ingeniero, ser misionero. Seguir estudiando o conseguir un trabajo, salir del país o vivir viajando. Sueños que perseguir y que en el camino se van transformando. Intersecciones con una señal de alto donde hay que detenerse por un momento para luego elegir el camino de nuevo. Carreteras donde la vuelta en “U” no es prohibida pero peligrosa.
Voy en un camino que no creí que existía. No puedo estacionarme ahora. Necesito seguir en la avalancha, evolucionando mis pensamientos, mis deseos, mis sueños a futuro.
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