Te subes al auto una vez más. Ahora no son flores, son monedas. Ahora no son cajas, son maletas. Te subes al auto pero no por mucho tiempo. Tu corazón canta una canción mientras los papeles se arrugan frente a tus ojos. Abres la ventana, el viento juega con tu cabello, una vez más. Y se filtra ese aroma, ese aroma que te trae tantos recuerdos. Le subes el volúmen a la radio porque no quieres escuchar la canción de tu corazón, prefieres el sonsonete que has traído metido en la cabeza. Manejando por esa carretera, es inevitable que los mosquitos se estrellen en tu parabrisas, pero sabes que no vas a dejar que eso te detenga.
miércoles, 23 de junio de 2010
Mosquitos en el parabrisas
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