Me aterra cuando la gente al juzgarme, se lleva una falsa impresión y pone en mi altas expectativas. Es una carga bastante pesada sobre los hombros. Aprieto los labios mientras me esfuerzo, y trato lo mejor que puedo, pero no prometo no decepcionar a nadie.
Los mejores momentos en mi vida han llegado sorpresivos. Bien aprendí que las sonrisas no se pueden forzar, la diversión no se puede fingir y que al llegar esos días de "altas expectativas" es probable que algunos no estén listos para sobrellevar la presión o la desilusión.
Las relaciones son complejas y la vida se compone de muchas de ellas. No hay certezas, sólo predicciones. La gente cambia. Nadie es perfecto.
Expectativas altas o bajas, hay que tener los brazos firmes para la batalla, pero abiertos para recibir los regalos que trae la vida.
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