A la orilla del mar, en el vaivén de las olas, se disuelven lentamente mis sentidos. El sol ardiente, el mar refrescante. Sentada en la orilla, donde los granos de arena se deslizan y donde el agua alcanza a tocar mis pies. Preguntándome si debo o no dar un salto a lo profundo. Cierro los ojos y respiro esa brisa de verano. El viento se lo lleva todo, se lo lleva todo. Me encuentro sola, desnuda en el alma, sola conmigo misma, sola con todos esos deseos que me arrebatan el sueño.
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